EL ANDALUZ CLANDESTINO

Canta con la boca, el alma y el corazón

 

Amparo Sánchez y Yonse en la presentación del primer álbum del rapero en el Fnac de Málaga. ANA JIMÉNEZ.

Con una cortina roja a sus espaldas y delante de un puñado de sillas del mismo color, en una sala acogedora del Fnac, y bajo algunos focos, el rapero cierra los ojos y dispara sus palabras al aire. Le pone sentimiento. Lo vive. Canta con la boca, el alma y el corazón. La soledad, las cicatrices, y los fantasmas del pasado que reflejan algunas de sus canciones contrastan con la alegría, la energía y la ilusión que desprenden otras.

La dama de rojo golpea las cuerdas haciendo vibrar su guitarra y el joven a su lado, en chándal y camiseta, con tatuajes que le cubren los brazos y con micrófono en mano, alza la voz. Emprende un vaivén por la tarima. Abre los brazos como si fuera a abrazar al mundo. Gesticula de modo agitado. Silencio. Los acordes de la guitarra azul llena de dibujos cambian. Los colores se vuelven grises, al igual que la expresión de Yonse. Se sienta. Su lado más sensible sale a la luz. 

Recuerda con la mirada perdida el momento en el que se encontraba solo, sin amigos, y decidió seguir adelante. Transformó ese dolor en Las candelas de San Juan. Después del drama también hay días de gloria. Con espíritu bromista y carisma, le pone una tirita a la herida mientras cambia de tono y enuncia “la vida es hermosa, sal, de nuevo, a brillar, libérate de lo que quema…”.

Por detrás de las letras que va pronunciando al ritmo de la melodía que toca Amparo hay muchas historias. El cantante, con aire de admiración, la presenta como "su maestra". Dueña de un alma de cantaora, Amparo Sánchez y su vieja guitarra lo acompañan dentro y fuera del escenario. La artista es quien ha confiado en el talento del joven y le ha abierto las puertas al mundo de la música, dirigiendo su disco Tormenta Herida lanzado el día 11 de octubre de este año.

Podría dar la impresión de ‘uno más’ de la nueva generación de raperos. Pero al abrir la boca, rompe los esquemas. Tiene sangre andaluza y alma de clandestino. Aúna estilos diversos: va más allá del rap, pasa por el hip hop, juega con las ambientaciones latinas y coquetea con las indies. 

Antes de despedirse con la última canción de su concierto acústico, el cantante invita al escenario al hijo de una mujer de cabello rizado que ya se iba a ir. 

—¿Me vas a comprar el disco? —pregunta con una sonrisa al pequeño niño que tiene delante.

—Me lo estoy pensando —contesta Bertrán, el de las lentejas.

Todos los presentes tienen los ojos fijos en Yonse, hechizados y envueltos en su universo. Son pocas las personas que han ido a verlo, cerca de unas 15; casi todos mayores. Su música está conquistando a los jóvenes, pero ¿dónde están? El rapero no le da importancia a la ausencia de un público amplio y pone intensidad en su actuación. "Esto es más íntimo, quería intimar un poco con las letras", expresa. 

Lo que más le preocupa es si su mensaje logra calar en las personas. Está claro que sí. Consigue emocionar y también que afloren las ganas de bailar. Hace que canten con él, aunque muchos no sepan la letra. Incluso consigue la aprobación de un tipo de camisa naranja al que se ha pasado todo el concierto llamando Risto Mejide. Solo no le cautiva del todo a Bertrán, que prefiere las lentejas antes que ir al McDonald’s como le sugiere el cantante. Después de intentar convencer, sin éxito, al niño de que comprara su disco, le deja irse. "A mí me habría encantado que de pequeño me hubiesen subido al escenario”, confiesa en un tono nostálgico. 

Canta por segunda y última vez la canción que mejor le define: “Yo tengo alma de clandestino… tengo sangre andaluza”, recita. 

La música cesa. Las personas se van. La huella de Yonse permanece.

Yonse cantando uno de los temas de Tormenta Herida. ANA JIMÉNEZ.