El interior de la colmena. VFS. |
Amarilla y elegante.
Acercarse a aquella colmena era un deporte de riesgo. Se encontraba en la calle
Salvago, 3. Un edificio cautivador, decimonónico, soberbio. Había que
tomar aliento y vestirse de valentía para adentrarse en él. De la puerta para
los perezosos colgaba un papel. Se leían tres palabras: "Fuera de
servicio". Y las sonrisas se ponían del revés.
—No
veas cómo se nos van a poner las piernas —bromeaba un joven para hacerlo más ameno.
—Será
mi único ejercicio del día —confesaba
su compañera entre jadeos.
Con el ascensor roto, el
desayuno de ambos eran nueve tramos de escalera. Sus rostros solo se iluminaban
al vislumbrar el cartel color esperanza en la entrada de la colmena: "La
Opinión de Málaga".
Llegar hasta allí era tan
solo el primer reto. Los demás les esperaban en el despacho de su jefe. Metro
80, mirada penetrante y semblante serio. Nunca sonreía. Solo olfateaba la
agenda y anunciaba: "Tengo algo para vosotros". Los aspirantes a
periodistas se estremecían.
"Haz el tiempo"
era una frase temida. A ninguno le gustaba llamar a la Agencia Estatal de
Meteorología y jugar a ser pitonisa. Ansiaban otras historias. Los becarios
eran abejas sedientas de noticias, reportajes, entrevistas.
El enjambre siempre
estaba en busca de néctar. El sonido de sus dedos contra las teclas componía
una melodía pegadiza. El aroma a palabras impregnaba la atmósfera. La
actualidad era el zumbido que los inexpertos juntaletras emitían.
Cada jornada era inédita y los nuevos capítulos producían intriga. ¿Centro histórico, puerto o barriadas? Aquellos profesionales en proceso iban haciendo zigzags por la vida. Aspiraban a volar alto, lejos de la colmena. Algún día lo lograrían.